Por suerte, esto ya no es lo que era. El cine desde sus inicios nació con un marcado componente industrial. Tras unos primeros pasos dados por pioneros que individualmente se embarcaban en la aventura cinematográfica con mucha ilusión, ganas y curiosidad, la creación audiovisual quedó reducida en su mayoría a la que realizaban productoras y estudios capaces de competir económicamente en una industria que exigía muchos gastos y no prometía beneficios. El mercado se ha ido cerrando con los años más y más y los costes de producción y distribución no han dejado de crecer de forma exponencial. Por suerte, cada vez estamos más cerca de una situación diferente.
Internet es el nuevo medio de difusión por excelencia para la producción audiovisual. Cierto es que todavía es muy difícil convertir la popularidad y la difusión online en dinero de forma directa, y no parece que a corto plazo vaya a cambiar, pero la ventana a la creación que ha abierto no para de dar sus frutos. Este corto es uno de ellos.
Basado sólo en el diálogo entre dos jóvenes de ambiente marginal sevillano (canis), la paradoja que se produce entre la apariencia de los mismos y el contenido de su diálogo. Los temas que tocan (la inmigración, la crisis económica, la burbuja inmobiliaria y sus consecuencias, la economía internacional y la situación mundial, etc.), la línea incoherente en determinados argumentos (criticando la alienación tecnológica de la juventud y al instante demostrando formar parte de la misma) y la forma de expresión elaborada y vulgar a la vez (“te estoy abriendo una ventana culturá y tú na más que hace apedreá los cristales”), todo ello enfocado a buscar la contradicción y provocar diversión. La forma de lograrlo es dar el mayor peso al diálogo por encima de la imagen (un único plano durante toda la acción), elección que es consecuencia también de la escasez de medios. Sin embargo, ante la limitaciones para narrar, la creatividad permite sortearlas y conseguir el humilde y difícil fin de divertid. Objetivo que logran especialmente con un final en el que abandonan el elevado debate sobre la vida que mantenían para lanzarse a cometer un asalto armados con ladrillos y camuflados con antifaces de nazareno.
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